viernes, 3 de agosto de 2012

Mi hijo, el atleta


Las familias tradicionales siempre han soñado con tener un hijo cura, militar, artista o atleta. En los sectores humildes sueñan porque les salga un Messi para que los saque de pobres. Y cuando surge alguno con talento, le quitan la vida de niño con duras sesiones de entrenamiento.


“Mientras más temprano mejor”, suelen decir algunos padres y muchos “fabricantes de medallistas”.
He visto cómo algunos padres, en complicidad con los entrenadores, torturan a los pequeños con metas que desde ya son difíciles para un adulto. A los diez años, estos niños ya tienen un currículum de medallas y campeonatos, pero también he observado, quela mayoría de ellos llegan a la adolescencia, “cuelgan las chuteras“ y dejan todo como un acto de rebeldía, cansados de tanta presión.
No voy a negar que muchas veces empezar temprano es una gran ventaja. Eso sería negar la existencia de un Ronaldo o un Nadal, pero desafortunadamente son casos excepcionales.
Tampoco estoy en contra de la práctica deportiva en los niños, pues ésta les ayuda a cultivar hábitos como la disciplina, el esfuerzo y el respeto.
Con el movimiento, desarrollan sus capacidades motrices, además de combatir el sedentarismo, epidemia que está causando más muertos que el tabaco.
Si lo que busca es que su hijo se convierta en un campeón o que adquiera hábitos deportivos para toda la vida, no hay que obligarlos ni presionarlos.Ellos deben descubrir los deportes a su manera: jugando, corriendo, explorando lo que pueden hacer con su cuerpo. De esta manera, por sí solos o con la guía de sus profesores se inclinarán por un deporte específico y quizás decidan por cuenta propia afrontar el sacrificio y el esfuerzo requerido para sobresalir en lo que les gusta y han elegido hacer.

Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia

No hay comentarios:

Publicar un comentario