viernes, 5 de octubre de 2012

El deporte, un mendigo.


A  casi un mes de haber concluido los Juegos Olímpicos, se hacen públicos los análisis y polémicas sobre las grandes marcas y los países medallistas. Es evidente que subirse al podio es un reflejo del desarrollo económico. La competencia por el oro entre Estados Unidos y China no es solo ‘’por deporte’’. No es difícil darnos cuenta que el éxito olímpico que demuestran va de la mano de una fuerte inversión en un sistema que impulsa a sus promesas deportivas.
La conquista atlética de los norteamericanos está anclada con firmeza en el sistema universitario, de donde vienen muchas de sus actuales estrellas. En los Juegos de las décadas del '60 y '70 China no aparecía entre los diez medallistas. En los ‘80 pusieron en marcha una estrategia que multiplicó sus semilleros y después de 20 años la cosecha empezó a ser notable. No estoy de acuerdo con las torturas físicas y mentales de las que son víctimas muchos niños en ciertos países, pero sí es bueno identificar algunos ejemplos que nos ayudan a entender cómo es que se “fabrican” los medallistas. Uno de estos casos es España, campeón mundial de fútbol y que brilla en muchas disciplinas deportivas. Todo ha sido resultado de una apuesta institucional muy fuerte que parte de la Constitución, que establece que todas las poblaciones por encima de los 10 mil habitantes tienen la obligación de instalar un centro gratuito para la práctica deportiva. Y cuando hablamos de “centro”, es obvio que no se trata de una canchita con sus dos arcos. En Bolivia lamentablemente el deporte es todavía un mendigo, junto con la salud y la educación. Y si tratamos de esa manera a nuestros atletas, no exijamos luego éxitos que son imposibles de conseguir. Los norteamericanos, los chinos, los españoles o los jamaiquinos no han inventado nada en la parte física, pero sí tienen un “chip” distinto en la cabeza que los convence y les muestra el camino hacia el podio.

Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. 

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