Ahora que se acerca el nuevo año y luego de las sendas comilonas navideñas, seguramente usted se ha trazado algún propósito relacionado con su cuerpo y su salud. A lo mejor pretende bajar de peso, alguien le ha recomendado más actividad para beneficiar el corazón, para fortalecer los músculos o simplemente para combatir el estrés. Sea cual fuere su objetivo, es bueno que tenga bien claros los conceptos, porque no es lo mismo “hacer ejercicio”, elevar su “actividad física” y “practicar deporte”. Estos no son sinónimos y al confundirlos nos limitamos demasiado y nos impide sacarle provecho a cada uno de ellos. “Actividad física” es todo tipo de movimiento que realizamos con nuestro cuerpo y que implica un gasto de energía: limpiar la casa, caminar hasta el supermercado, lavar el auto. Todo esto es muy bueno, pero no nos convierte en una persona activa. “Ejercicio físico” es el conjunto de acciones organizadas de forma sistemática para mejorar la aptitud física y la salud. Para hacer ejercicio es necesario plantearse objetivos en distintos niveles: hormonal, neuromuscular, respiratorio, cardíaco y metabólico. Pensamos que el ejercicio apenas otorga beneficios estéticos como bajar de peso y modelar los músculos, pero desconocemos el gran aporte en el aumento del consumo de oxígeno, que a su vez mejora el sistema cardiovascular y reduce la frecuencia cardiaca, principalmente cuando hacemos actividades aeróbicas. El ejercicio ayuda a la coordinación y en general contribuye al mejor funcionamiento de todos los órganos. Y si hablamos de deporte, eso está reservado a una reducida élite de personas que se dedica al alto rendimiento y la competencia institucionalizada. No importa lo que haga mientras sea constante y sobre todo tenga presente todos los beneficios que le otorga el hecho de mantenerse activo, no solo la necesidad de verse bien.
Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
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