El cigarrillo es uno de los principales responsables de muertes en el mundo. Casi seis millones de personas mueren cada año víctimas de las consecuencias irreversibles del tabaco: cáncer, infartos, problemas de presión, gastritis, úlceras y terribles daños respiratorios. La lista podría continuar ya que el cigarrillo contiene cinco mil sustancias químicas que nuestro organismo no necesita. Es decir, que al fumar -activa o pasivamente- nos exponemos a miles de sustancias tóxicas que pueden atacarnos en muchas áreas.
El cigarrillo comienza a tener consecuencias al poco tiempo del inicio de su consumo. Una de ellas es la insuficiencia respiratoria al realizar actividades cotidianas; ni qué decir si corremos o hacemos ejercicio. Esto se debe a que el monóxido de carbono, además de ser una sustancia tóxica peligrosa, imposibilita el transporte de oxígeno a los tejidos. Es por eso que nos fatigamos fácilmente y sentimos que nos falta el aire cuando nos movemos.
Usted podría pensar que así como el ejercicio es un excelente medio para la prevención y rehabilitación de muchas enfermedades, así también podría contrarrestar los efectos del cigarrillo. Lo cierto es que combinar ejercicio y tabaco podría ser mortal. Los fumadores corren grandes riesgos al exigirse físicamente, ya que esto podría significar broncoespasmos, taquicardia, infartos y hasta una muerte súbita. Por más que quieran buscarle algo bueno, es imposible que el cigarrillo tenga efectos positivos, incluso si buscamos medios para frenarlo. Si los fumadores desean mejorar su salud o evitar sufrir las consecuencias del cigarrillo, la única alternativa que tienen es abandonarlo. De esta manera, reducirían de gran manera el riesgo de contraer enfermedades mortales y podrían aumentar significativamente el rendimiento físico.
Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia
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