
Cuando sufrimos algún accidente o nos enfermamos, mantener reposo suele ser una de las medidas para evitar complicaciones. En algunos casos esto es esencial, pero hay que tener cuidado que el descanso no se convierta en una excusa y para abandonar completamente el movimiento.
Las personas que sufren de hipertensión, por ejemplo, tienen miedo de exigirse físicamente; prefieren permanecer aquietados y tener una rutina bastante tranquila. Pero no olvidemos que una de las causas de la hipertensión es el sedentarismo. Por lo tanto, el ejercicio físico controlado y supervisado es una gran medida de prevención y rehabilitación en estos casos.
Está comprobado científicamente que realizar actividad física en casos de hipertensión, disminuye significativamente la presión después de cada sesión de entrenamiento y esto se puede mantener al seguir una rutina sistemática. Hacer ejercicio no solo reduce la presión arterial, sino que ayuda a mejorar los niveles de colesterol y glucosa en la sangre y a mantener el peso corporal, factores que inciden directamente en la salud cardiovascular.
Hay que tener en cuenta que en estos casos es necesario consultar con su médico, ya que realizar ejercicios sin supervisión podría ser peligroso. De todas formas, cualquier actividad física, incluso de baja intensidad, es mejor que no hacer nada. Moverse un poco todos los días será más beneficioso y divertido que estar en reposo indefinido. Este ejemplo puede servir para muchas enfermedades. Reposo significa bajar la intensidad, pero nunca inmovilidad total. En los pacientes que han sufrido traumas, la actividad física moderada es la única manera de recuperar los huesos y los músculos dañados.
Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
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