viernes, 19 de julio de 2013

Atención panzones

Hasta hace unos años se pensaba que el tejido graso acumulado sobre todo el estómago, cumplía la función de almacenar el exceso energía en las células adiposas, además de proteger los órganos de la región abdominal. Ahora se sabe que el ‘’adipocito’’ -que es la célula que forma el tejido graso-  es también un órgano que cumple funciones endocrinas, autocrinas y paracrinas. Esto quiere decir que produce sustancias que provocan respuestas en otros órganos, en el mismo adipocito y en los órganos vecinos. La leptina es una de ellas. Esta funciona como mensajera, avisándole al hipotálamo cuando los reservorios ya están llenos, provocando la sensación de saciedad.
En casos de obesidad, se produce la resistencia a la leptina; es decir, que el mensaje no puede ser transmitido correctamente y no se regula el apetito. Otra hormona producida por el tejido graso es la resistina, que provoca resistencia a la insulina, lo cual amenaza los niveles de glucemia. Es por ello que el sobrepeso y la obesidad están íntimamente ligados a la diabetes de tipo 2. El exceso de grasa en nuestro cuerpo, sobre todo del área abdominal, constituye un factor de enfermedades cardiovasculares, ya que otra de las sustancias que produce la célula grasa es el angiotensinógeno, cuya sobre producción provoca hipertensión arterial.
Los valores normales para el perímetro de cintura en adultos son: hasta 80 cm para las mujeres y 95 cm para los hombres. Valores mayores son considerados riesgosos. El tema de la grasa en nuestro cuerpo va más allá de lo estético. Si bien la grasa es necesaria en nuestro organismo, no significa que todos los alimentos grasosos sean buenos. La grasa se almacena por exceso de energía, es decir: comemos más de lo que nos movemos. Este desequilibrio, como hemos visto, es un peligro en potencia.

Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario