Existe mucha controversia y varios mitos instalados en el sentido común acerca del desarrollo de la fuerza y el aumento de la masa muscular. Algunos creen que es lo mismo y se cometen muchos errores a la hora de planificar un entrenamiento. En todo caso, lo mejor es aplicar el viejo refrán de que “no todo lo que brilla es oro” y el dicho popular de que “el tamaño no es documento”. Veremos por qué.
Es necesario entender que desarrollar la fuerza no es lo mismo que aumentar la masa muscular; ambas implican procesos fisiológicos distintos y no son necesariamente condicionantes una de la otra.
El aumento de la masa muscular depende en gran parte de la testosterona, por eso los hombres tienen condiciones hormonales favorables para aumentar el volumen de sus músculos. Por otro lado, la testosterona no condiciona el aumento de fuerza. Las mujeres con muy bajo nivel de esta hormona deben y pueden desarrollar altos niveles de fuerza.
También descartamos la idea de que los niños no pueden hacer ejercicios de fuerza porque hormonalmente no están en condiciones. La fuerza depende casi exclusivamente de procesos neuromusculares; es decir, que nuestro cerebro es capaz de mandar señales y reclutar más fibras musculares para ejercer tensión. La fuerza se puede y se debe trabajar a todas las edades, pero con los medios apropiados. Para que le quede más claro: el fisiculturismo, por ejemplo, con muchos anabólicos de por medio, le interesa aumentar la masa muscular, pero eso no implica que tengan fuerza de búfalo. No es lo mismo ser "fuerzudo" que solo "fisicudo", aunque no le recomiendo confiarse mucho a la hora de enfrentarse con esas moles de musculatura. Ellos también tienen lo suyo y siempre serán más “fuertes” que alguien que se pasa el día sentado sin ejercitar los músculos.
Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
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