Cuando decidimos hacer dieta o empezar a ejercitarnos en lo primero que pensamos es en el peso; esa es nuestra gran preocupación y los objetivos se traducen en los fieles números que nos indica el temible verdugo; la balanza.
Si nos guiamos por las famosas tablas que nos indican el peso que debemos tener respecto a nuestra edad, talla y sexo, no olvidemos que son datos muy generales. Ellas no toman en cuenta algunos aspectos particulares de cada persona. Recordemos que el "peso", en términos físicos, es la fuerza con la que los cuerpos son atraídos por la acción de la gravedad. Eso es lo que medimos cuando nos pesamos. El dato no discrimina si es el peso de las grasas, de los músculos o de los huesos. Para ello también existe el índice de masa corporal, de grasas, de masa magra, etc., que se calculan con algunas fórmulas y métodos.
Lo que es necesario que entendamos es que no debemos obsesionarnos con la balanza. Es posible que usted haya empezado el gimnasio y durante meses vea que su peso corporal no varía. Lo más probable es que debido al trabajo muscular que está realizando, la masa magra haya aumentado ahí donde antes había grasa. O, por otro lado, quizás usted cree estar en perfecto estado porque su peso coincide con el de la tablita, pero gran porcentaje proviene del tejido graso, lo cual no es para nada bueno. Algo muy común cuando hacemos solamente dieta, es que bajamos de peso a costa de pérdida de músculo. ¿Vio que la balanza es engañosa? No estoy diciendo que no debemos controlar nuestro peso, pero hay que ser críticos para interpretarlo y, sobre todo, no plantearnos objetivos en relación exclusiva a él. No es solo cuestión de peso.
Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
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