jueves, 18 de julio de 2013

La envidia nunca es sana

Seamos sinceros. Nos morimos de envidia cuando vemos que alguien come todo lo que le gusta en pequeñas o grandes cantidades y no engorda ni un gramo. Y no solo eso, más enrojecemos al saber que además de no "cuidarse" con las comidas, esas personas nunca hacen deportes ni van al gimnasio y sin embargo tienen cuerpos esbeltos.
Pero no todo lo que brilla es oro. El hecho de que algunos no engorden fácilmente se debe a que su organismo gasta un poco más de energía para mantener las funciones vitales. Pero esto no quiere decir al gastar más energía en reposo no se necesite hacer ejercicios o cuidar la alimentación. Es muy común que gente de constitución delgada tenga el colesterol o los triglicéridos altísimos o que sea media debilucha y poco resistente.
Las personas con tendencia a engordar suelen ser las más preocupadas por las dietas y el ejercicio,  porque siempre se asocia todo ello solamente con el físico. Yo prefiero pensarlo de esta manera. Los que no gozamos del “privilegio” de no engordar nunca, podemos tener otras ventajas en varios niveles, no solo en la estética.
Tener una dieta saludable y hacer ejercicios nos protege de muchas enfermedades, nuestro corazón estará saludable, nuestros músculos serán más fuertes, nos cansaremos menos, nuestras arterias estarán libres de colesterol, fortaleceremos los huesos y quizás envejezcamos más lento; nos sentiremos mejor anímicamente y gozaremos de un sinfín de beneficios que nos brinda el hecho de prestar atención a la salud de nuestro cuerpo. De ser así, creo que no hay razón para envidiar a nadie.

Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. 

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