
Lo peor de todo es que muchos instructores de gimnasio son cómplices de esta tendencia y planifican –si es que lo hacen– rutinas de ejercicios orientados al "aumento" de estas partes del cuerpo, sin tener en cuenta las consecuencias que esto puede acarrear. En nuestro cuerpo tenemos músculos posturales y músculos dinámicos. Los músculos posturales estabilizan el cuerpo cuando caminamos, al sentarnos o simplemente pararnos. Los dinámicos trabajan más para realizar gestos concretos. La mayor parte del tiempo, estos últimos permanecen en inactividad y tienden a debilitarse por desuso. El resultado de estos desequilibrios produce un síndrome, donde los glúteos y abdominales se debilitan, mientras los músculos de la zona lumbar se acortan. Esto se puede ver en aquellas personas que se paran con el vientre abultado y la pelvis ligeramente hacia adelante y la espalda encorvada, lo que a su vez provoca los famosos dolores de espalda baja que nos impiden cada vez más agacharnos o sentarnos correctamente sin que produzca dolor o cansancio.
La forma de corregir estos desequilibrios es fortaleciendo la musculatura que tiende a debilitarse como el abdomen y glúteos y, por otro lado, relajar y elongar los músculos acortados de la espalda, los músculos de la zona cervical y los pectorales. En resumen, no debemos descuidar ni sobreentrenar ningún grupo muscular. Lo ideal es fortalecer toda la musculatura de una manera equilibrada y compensatoria.
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