Cuando se trata de suplementación dietaria, ya sea para fines de rendimiento o por estética, el marketing hace lo suyo, muchas veces a costa del desconocimiento de la química y fisiología humana en la población general.Desde que la obesidad es un tema de salud y estética, el mercado de los suplementos ha tomado ventaja, creando ‘‘necesidades’’ muy oportunas. Tal es el caso de la L-Carnitina, suplemento casi mágico que muchos consumen con fines reductivos de grasa corporal. Usted se preguntará, ¿Funciona? ¿Es necesario? La carnitina es una amina fabricada por nuestro organismo en un 75% (con esto ya le respondí la última pregunta). Ella se encarga de ingresar los ácidos grasos a la ‘‘máquina quema-grasas’’: la mitocondria. Lo que debemos saber es que la carnitina no quema grasas por sí sola. Existen otros factores determinantes - como el número de mitocondrias- que pueden estar limitando la pérdida de grasas, aunque haya abundante presencia de carnitina. Algo importante al respecto es que se ha comprobado que con seis semanas de ejercicio físico - adecuadamente programado a tal fin - se logra un estímulo capaz de aumentar el número de mitocondrias en el músculo. Junto con ello mejora el trabajo de la carnitina, lo que se traduce en un mejor metabolismo de las grasas, sin necesidad de consumir carnitina de forma exógena. Lo que no es menos importante es que una dieta alta en esta sustancia, podría favorecer los procesos de obstrucción de las arterias y una sobrecarga al hígado, que se encarga de eliminar el exceso de carnitina. El resto de carnitina (15%) que nuestro cuerpo no sintetiza, habrá que conseguirlo en la alimentación. Las principales fuentes son la vitamina C, B3 y B6, presentes en el kiwi, tomates, nueces, verduras, pescado, etc. Fácil, barato y sin duda, más saludable.
Artículo publicado en el Diario EL SOL
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
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