La máquina del sobrepeso
Los avances de la tecnología han cambiado nuestra forma de vivir, la forma de comunicarnos e incluso de movernos. Hoy en día es más probable que un niño esté en contacto con un celular o la televisión antes de decir su primera palabra. Los padres aplauden cada logro tecnológico de sus pequeños, atribuyéndoselos a la inteligencia evolucionada de los niños modernos. Y no es que proponga una lucha en contra de la tecnología, como aquellos que culpan a los teléfonos de haber acabado con las relaciones y la comunicación. Un estudio realizado en Estados Unidos, comparó el gasto calórico de los niños mientras estos miraban televisión y el resultado fue muy claro: los niños gastan menos calorías mientras están al frente de la pantalla. Algo parecido mostró otro estudio que analizó la actividad cerebral de los niños mientras miraban TV y cuando simplemente caminaban. Los hallazgos fueron aun más interesantes: prender la tele a un niño equivale a apagarle el cerebro, mientras que solamente ponerlos a andar incrementa significativamente la actividad cerebral. Me pregunto cómo hubiese sido si los hubieran expuesto a un juego creativo, si con solo caminar las diferencias fueron grandes. Esto es un claro ejemplo de lo que puede hacer la tecnología, no por sí misma, sino por la decisión de los padres, que por comodidad o desconocimiento, mantienen a sus hijos quietos frente a un aparato, que no solo los expone al sedentarismo y la obesidad, sino que también los priva del movimiento, del desarrollo de su creatividad y de habilidades motrices fundamentales. La obesidad infantil en Sudamérica ya está pronosticada con niveles tan altos como E.E.U.U. y México. No es necesario enemistarnos con la tele; lo grave es hacerle la cruz al movimiento desde tan pequeños.
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